El día que Beto Zabaleta empezó a escribir su historia en el vallenato junto a Emilio Oviedo
De esa unión nacieron tres producciones: Recordaciones, La ley del embudo y Lo Máximo.
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Creativa Digital

Corría el año 1975 en El Molino, un pequeño pueblo de La Guajira. Allí, Beto Zabaleta, influenciado por la vena musical de su abuela Josefa Serrano, comenzaba a cultivar su pasión por el canto. En esa época, Emilio Oviedo y Rafael Orozco decidían tomar caminos distintos, una separación que más adelante abriría una oportunidad inesperada para él.
Lo que parecía una historia cotidiana de pueblo se convirtió en el primer paso de su carrera artística. La música ya estaba en su vida, pero faltaba ese empujón que lo llevara a las grandes ligas del vallenato. Y ese momento no tardó en llegar.
Un canto con los Zuleta que cambió su rumbo
Todo empezó cuando los hermanos Zuleta se presentaron en El Molino. Durante el show, invitaron a Zabaleta a subir al escenario. Fue su primer contacto con una tarima importante, y aunque fue algo espontáneo, ese momento no pasó desapercibido. Su voz llamó la atención y pronto comenzaron a hablar de él en el entorno musical.
Semanas más tarde, en el velorio de un familiar, se le acercó Emilio Oviedo. Ya había escuchado sobre ese joven guajiro que se había robado los aplausos en la presentación de los Zuleta. Le pidió que cantara “Los Maestros”, una canción que sonaba fuerte en ese entonces. Al escucharlo, Emilio no dudó: le propuso viajar a Valledupar para iniciar ensayos. Beto aceptó sin pensarlo mucho.
Del pueblo al estudio: así nació Recordaciones
Un mes después de ese encuentro, Beto y Emilio estaban en un estudio grabando su primer álbum juntos. El disco, titulado Recordaciones, salió en 1977 bajo el sello Codiscos. Fue el inicio de una nueva etapa para ambos y la carta de presentación de Zabaleta ante el público vallenato.
De esa unión nacieron tres producciones: Recordaciones, La ley del embudo y Lo Máximo. En esos trabajos interpretaron canciones de grandes compositores de la época y dejaron huella en la historia del vallenato clásico. Lo que empezó como una invitación casual a cantar en una fiesta de pueblo, terminó marcando el rumbo de toda una carrera musical.