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Las situaciones complejas en nuestra vida puedes llevarnos a un estado de preocupación o tensión debido a la incertidumbre de no saber como reaccionar ante ellas, en el peor de los casos pueden escalar a síntomas más severos que puede afectar nuestra salud, esto, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es conocido como estrés.
Nuestra mente juega un papel muy importante para evitar que esta patología se apoderen de nuestra mente, por eso si sientes que las reacciones que genera tu cuerpo son leve, puedes recurrir a herramientas cotidianas para controlarlo, pero si sientes que persiste es recomendable buscar ayuda de un profesional de la salud para revisar como está afectando tu bienestar.
Una de las principales problemáticas que genera esta patología es son las relaciones interpersonales. En muchas ocasiones la irritabilidad, la ansiedad y la falta de concentraciones hacen que podamos reaccionar negativamente a cualquier interacción que pueda sacarnos de un estado de tranquilidad.
Cuando la situación se torna más complicada y no podemos controlar nuestras emociones, empezamos a somatizar enfermedades como la diabetes, migrañas, enfermedades cardiacas, o patologías mentales como ansiedad o depresión.
La respiración profunda y la meditación son métodos comprobados para reducir el estrés y la ansiedad. Estas técnicas ayudan a calmar la mente, bajar la frecuencia cardíaca y relajar el cuerpo. Puedes comenzar con sesiones cortas de 5 a 10 minutos al día, y gradualmente aumentar el tiempo. Existen aplicaciones como Headspace o Calm que guían en estos procesos, facilitando el aprendizaje y la práctica diaria.
El ejercicio físico no solo mejora tu salud física, sino que también es una excelente herramienta para combatir el estrés. Actividades como caminar, correr, nadar o practicar yoga liberan endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad, que mejoran tu estado de ánimo y ayudan a reducir el estrés. Incluso, hacer ejercicio por tan solo 20 minutos al día puede marcar una gran diferencia en cómo te sientes.
Una de las causas principales del estrés es la sensación de tener demasiadas cosas por hacer y poco tiempo para realizarlas. Herramientas como calendarios, listas de tareas y aplicaciones de gestión del tiempo, como Todoist o Trello, pueden ayudarte a organizar tus pendientes, priorizar y delegar cuando sea posible. Establecer rutinas y programar descansos durante el día también son clave para mantener el equilibrio.
La relación entre la alimentación y el estrés no debe subestimarse. Consumir una dieta equilibrada rica en frutas, verduras, proteínas magras y agua puede ayudarte a sentirte mejor física y mentalmente. Evita el exceso de cafeína, azúcar y comidas ultraprocesadas que pueden incrementar la ansiedad.
La importancia de cuidar tu salud para reducir el impacto del estrés
No podemos evitar el estrés por completo, pero sí podemos aprender a manejarlo para que no nos afecte tanto. Prestar atención a nuestra salud es fundamental. Dormir lo suficiente, mantener relaciones interpersonales saludables, y dedicar tiempo para relajarse son aspectos que muchas veces pasamos por alto.
En un mundo hiperconectado, las notificaciones constantes y la sobrecarga de información pueden ser factores importantes de estrés. Establece límites de tiempo para el uso de dispositivos electrónicos, dedica momentos del día para desconectarte y concéntrate en actividades que disfrutes fuera de la pantalla.
Hablar con amigos, familiares o un terapeuta puede ser muy beneficioso. No subestimes el poder de una buena conversación para liberar tensiones y recibir apoyo emocional. La terapia es un recurso excelente, no solo para quienes atraviesan momentos difíciles, sino también para aprender a gestionar el estrés cotidiano.
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