
Colombia
Una obra monumental que mezcla arte, tecnología y raíces folclóricas para rendir homenaje al alma musical del Cesar.
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Por: Equipo de Redacción
Redacción Digital

En Valledupar, la cuna del acordeón y los versos que enamoran, se levanta una joya arquitectónica que promete convertirse en un ícono nacional: el Centro Cultural y de Convenciones de la Música Vallenata (CCMV).
Más que un edificio, es una declaración de amor al género que define al Caribe colombiano.
Con un avance del 98 %, el CCMV está a punto de abrir sus puertas como el centro cultural más moderno de Colombia. Diseñado por la empresa barranquillera A Construir S.A.S., responsable de monumentos como la Ventana al Mundo y el Museo del Carnaval en Barranquilla, este proyecto transforma el paisaje de la capital vallenata en un homenaje a su identidad musical.
La inspiración detrás de su diseño es tan simbólica como poética.
El edificio se basa en el árbol de mango, ese testigo silencioso de las primeras parrandas vallenatas donde juglares y acordeoneros cantaban bajo su sombra.
Su fachada, compuesta por paneles de aluminio en arte 3D, recrea el ciclo de vida del mango: desde la hoja que brota hasta el fruto que madura.
El resultado es una estructura viva, que se mimetiza con el paisaje y evoca la conexión del vallenato con la tierra.
El propietario de la constructora, Luis Eduardo Campos, asegura que este será “el centro de convenciones más grande y moderno de Colombia”, con una arquitectura que mezcla biofilia, mimetismo y diseño orgánico.
En palabras suyas: “Más que una edificación, entregamos un motor de desarrollo cultural y turístico para Valledupar.”
El Centro Cultural de la Música Vallenata ocupa más de 32.000 metros cuadrados distribuidos en cinco niveles.
En la planta baja, una plaza central de bienvenida abre paso a locales, tiendas de recuerdos y un café donde los visitantes podrán disfrutar del sabor del Caribe.
El corazón de la obra es su auditorio insonorizado, con capacidad para 1.200 personas, ideal para conciertos, convenciones o festivales.
Puede dividirse en tres salones independientes, adaptándose a eventos más íntimos.
En los pisos superiores, el recorrido se vuelve sensorial:
el Hall de la Fama exhibirá figuras de silicona de los artistas vallenatos más representativos, mientras que los estudios de grabación y las salas de organología permitirán explorar la evolución de los instrumentos típicos.
El quinto piso será un deleite visual. Allí se ubicará una zona gastronómica con terraza y mirador, desde donde se aprecia la Sierra Nevada de Santa Marta y la Serranía del Perijá. Todo un escenario para contemplar la tierra que vio nacer el vallenato.
El CCMV no solo busca impresionar con su arquitectura, sino también preservar la historia del folclor vallenato.
El contenido museográfico, elaborado por el Círculo de Periodistas de Valledupar, recopila 1.200 biografías de músicos y juglares, 300 fotografías históricas y más de 100 videos que relatan la evolución del género, desde las vaquerías hasta los escenarios internacionales.
La gobernadora Elvia Milena Sanjuán destacó que este trabajo permitirá que “los turistas descubran detalles inéditos del aporte de cada músico al folclor, y que las nuevas generaciones comprendan la fuerza colectiva que hizo grande al vallenato”.
La curaduría también incluye material animado para niños, pensado para despertar el amor por la música vallenata desde la infancia.
Será un viaje sensorial donde la nostalgia y la innovación se dan la mano.
Frente al edificio se alza Konne, una escultura del maestro Eduardo Ramírez Ocampo que representa al jaguar, símbolo de sabiduría y equilibrio.
Su presencia conecta la modernidad del centro con la herencia indígena y ancestral del Caribe.
Konne será el guardián del templo vallenato, un emblema de fuerza y espiritualidad que vigilará el legado musical del Cesar.
El proyecto fue concebido por el exgobernador Luis Alberto Monsalvo, quien quiso dejar un espacio donde se resguardara la memoria de los juglares, acordeoneros y compositores que dieron vida al vallenato.
Su visión fue clara: crear un lugar donde el pasado, el presente y el futuro del folclor se encuentren en un mismo compás.
A pesar de los retos de la pandemia, la volatilidad económica y la escasez de materiales —algunos importados desde Ucrania durante la guerra—, la obra siguió su curso sin perder el ritmo.
Hoy, el sueño está a punto de hacerse realidad.
Con su próxima inauguración, el Centro Cultural de la Música Vallenata marcará un antes y un después para Valledupar.
Será el punto donde la arquitectura, la historia y el arte vallenato se entrelacen para contar una misma historia: la de un pueblo que canta su identidad.
El vallenato, ese género que nació entre risas, amores y versos polvorientos, ahora tendrá su casa.
Y en cada acorde que suene dentro de sus muros, latirá el corazón del Caribe colombiano.