Colombia
Los acordeoneros del Festival Vallenato son los guardianes de una tradición que sigue viva en cada acorde.
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Por: María Paula Vargas Rodríguez
Creativa Digital
En Valledupar, cuando el sol se oculta detrás de las montañas y las luces del festival comienzan a brillar, se vive una magia única, una tradición que resuena en cada rincón: el Festival Vallenato. Y en este evento, hay un nombre que sobresale por encima de todos los demás: el acordeón. El rey indiscutible de la música vallenata, un instrumento que, con su sonido vibrante y su capacidad para contar historias, ha acompañado a generaciones de colombianos. Pero no solo es el instrumento el que se destaca, sino los acordeoneros, los artistas que, con sus dedos ágiles y su alma entregada, mantienen viva esta tradición.
El acordeonero no es simplemente un músico, sino un narrador, un poeta del viento y las teclas. Su habilidad no solo reside en tocar acordes, sino en saber capturar el espíritu del vallenato, ese ritmo que acompaña la vida diaria, el amor, el desamor, la nostalgia y la celebración. Desde sus primeros días en el Festival Vallenato, los más grandes se enfrentan a la eterna prueba de honrar la tradición mientras aportan su sello personal.
De entre los más de 500 acordeoneros que han pasado por el Festival, algunos han dejado una huella imborrable, no solo en la competencia, sino en el corazón de los que la escuchan. De estos, es imposible no mencionar a aquellos que se han consagrado como verdaderos maestros:
1. Juancho Rois
Considerado uno de los más grandes acordeoneros de todos los tiempos, Juancho Rois se destacó por su capacidad para interpretar el vallenato con un estilo único. Fue compañero musical de importantes figuras como Carlos Vives y su legado sigue vivo en el corazón de los vallenatos.
2. Horacio Escorcia
Con más de 35 años de trayectoria músical, fue criado en Salamina, Magdalena, una región con una rica tradición vallenata. A lo largo de su carrera, ha trabajado con artistas destacados como Carlos Malo, Rafael Daza y Juan Carlos Mendoza, y ha grabado con Joaco Pertuz, con quien interpretó el éxito 'La caza fortuna'.
3. El Cocha Molina
Gonzalo Arturo Molina Mejía, conocido artísticamente como El Cocha Molina, nació en Valledupar, Cesar. Influenciado por su padre, el guitarrista y compositor Arturo Molina Gutiérrez mostró una inclincación hacia el vallenato haciendo que despegara su carrera a los 17 años. Embajador en escenarios internacionales, ha trabajado con figuras como Gloria Estefan y Diomedes Díaz. Además ha ganado títulos como Rey Vallenato Aficionado (1982) y Rey de Reyes (1997), distinción que lo consolidó como uno de los más grandes acordeoneros del género.
4. Leandro Díaz
Leandro Díaz, nacido en la región de La Guajira, fue un acordeonero y compositor que se destacó por su aporte al vallenato tradicional. Con su inconfundible estilo y su capacidad para crear melodías que hablaban directamente al alma de la gente, se ganó el respeto de sus compañeros y el cariño del público.
5. Beto Zabaleta
Otro de los grandes acordeoneros de la historia del vallenato es Beto Zabaleta, conocido por su virtuosismo y su capacidad para fusionar el vallenato con otros estilos musicales. A lo largo de su carrera, ha acompañado a figuras destacadas del vallenato y ha llevado su música a una audiencia más amplia. Su energía y su talento lo han posicionado como uno de los grandes en la historia del género.
Hoy en día, los jóvenes acordeoneros siguen demostrando que el legado de la música vallenata está en buenas manos. A través de concursos como el de Rey Vallenato o el Acordeonero Infantil, los nuevos talentos tienen la oportunidad de mostrar al mundo su destreza y amor por el acordeón. En sus manos, el vallenato sigue vivo y vibrante, adaptándose a los tiempos, pero sin perder su esencia.
El Festival no solo celebra el talento, sino también el legado de quienes, con su música, nos han enseñado a ver la vida con el corazón lleno de emociones. Y es que, al final del día, lo que hace grande a un acordeonero no es solo su habilidad con el instrumento, sino la capacidad de transmitir lo más profundo de su ser a través de cada melodía.