Colombia
Su forma de vestir y su estilo romántico marcaron un antes y un después en el vallenato, proyectando una imagen que impulsó la internacionalización del género en países como Venezuela, México y Estados Unidos.
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Creativa Digital
Desde sus inicios, Rafael Orozco tenía un objetivo claro: triunfar en la música. Cuando grabó por primera vez junto a Emilio Oviedo, comenzó a trazar el camino que lo llevaría a convertirse en uno de los referentes más recordados del vallenato.
Aquella primera oportunidad no llegó fácilmente: al presentarse en la disquera CBS, hoy Sony Music, su voz no fue aceptada. Sin embargo, fue en Codiscos donde encontró el respaldo para lanzar "Cariñito de mi vida", una canción de Diomedes Díaz que marcaría un punto de partida fundamental en su carrera.
En esa grabación coincidieron tres nombres clave: Rafael Orozco como cantante, Diomedes Díaz como compositor y Emilio Oviedo como acordeonero y descubridor de talentos. Este primer paso consolidó el talento del joven intérprete y abrió el camino para su posterior unión con Israel Romero, con quien formaría el Binomio de Oro, agrupación que marcó un antes y un después en el vallenato.
Cuando Rafael y Romero se unieron, definieron una fórmula musical que incluyó letras románticas y una puesta en escena cuidada. Guerrero explicó que su forma de vestir también fue parte del fenómeno: tanto los cantantes como los músicos del Binomio de Oro se presentaban uniformados, lo que dio una nueva imagen al vallenato y reforzó su identidad como agrupación.
Este enfoque les permitió destacarse en escenarios internacionales, especialmente en Venezuela, México y Estados Unidos. El relato en radio también recordó cómo el estilo visual del grupo llegó a inspirarse en series populares como Miami Vice, lo que les valió el apodo en tono de broma de “los Chayanne del vallenato”, expresión usada por Jorge Oñate. La propuesta musical y visual del Binomio de Oro se convirtió en un modelo que impulsó la expansión del vallenato fuera de Colombia.