
Colombia
Grandes talentos de las Escuelas Culturales representaron a Colombia ante la UNESCO y pusieron a bailar a Kirsehir con el alma del Caribe
Publicado:
Por: Equipo de Redacción
Redacción Digital

En Kirsehir, una ciudad turca que suena tan lejana como su idioma, el vallenato volvió a demostrar que no tiene fronteras.
Ocho jóvenes nacidos en distintos barrios de Valledupar cumplieron el sueño de muchos: llevar su acordeón, caja y guacharaca a un escenario internacional y conquistar corazones a miles de kilómetros de casa.
Estos talentosos embajadores forman parte de las Escuelas Culturales Gratis, una iniciativa impulsada por el gobierno municipal para fomentar el arte entre niños y jóvenes. Gracias a ese proceso, fueron invitados por la UNESCO al Taller de Música de Ciudades Creativas, realizado en el Centro Cultural y de Artes Neşet Ertaş, en Turquía.
Apenas aterrizaron, el cansancio quedó atrás.
Durmieron apenas dos horas antes de subir al escenario donde la jefa de la Oficina de Cultura, Yanelis González Maestre, presentó la ponencia “Historias, perspectivas, influencia y la dinámica contemporánea”, destacando al vallenato como patrimonio vivo y símbolo de identidad cultural.
“Hicimos nuestra ponencia acompañada de los niños del semillero, como resultado de todo un proceso liderado por el alcalde Ernesto Orozco. Hoy vemos ese esfuerzo reflejado en esta participación gracias a la invitación de la UNESCO”, expresó González Maestre.
Cuando el sol comenzó a ocultarse sobre Kirsehir, los sonidos del bağlama, violín y darbuka dieron paso a los primeros acordes de Matilde Lina, interpretada por los jóvenes vallenatos.
El público, curioso y emocionado, descubrió la magia de un género nacido en el Caribe colombiano.
A 10 grados de temperatura, sin chaquetas para sentirse más libres, los artistas interpretaron también El Mejoral, La Casa en el Aire, Mírame Fijamente y A Blanco y Negro.
“Sentía mucho frío, pero también felicidad. Esta es una oportunidad única para avanzar profesionalmente en la música”, contó Samuel David Rubio, guacharaquero del grupo.
El bajista Iván Orozco agregó que el viaje fue una lección de vida: “Gracias a las Escuelas Culturales estamos aquí. Es mi primer viaje, y aprendí que la disciplina puede llevarte lejos”.
La jornada terminó en la plaza Cacabey, donde los jóvenes participaron en un desfile multicultural junto a delegaciones de Cuba, Malasia, Georgia y Turquía.
El público los aplaudía, les pedía fotos y se unía al ritmo del acordeón sin entender una sola palabra de las letras. Pero no hacía falta: la música hablaba por sí sola.
“Fue hermoso ver cómo el vallenato se convertía en un idioma universal”, contó Karina Mindiola, docente acompañante. “Llevamos canciones autóctonas porque queríamos mostrar lo nuestro. Detrás de cada voz hay meses de trabajo y amor por el folclor”.
Además de sus presentaciones, la delegación de Valledupar tiene prevista la firma de un Memorando de Entendimiento con la Municipalidad de Kirsehir, liderada por Selahattin Ekicioğlu, para fortalecer el intercambio cultural y educativo entre ambas ciudades.
El recorrido también incluyó visitas al Museo Ahi Evran, el Bazar Lago y la Calle Terme, experiencias que ampliaron su visión sobre la diversidad musical y la fuerza del arte como puente entre culturas.
Más que una presentación, esta experiencia fue una declaración de identidad.
Ocho jóvenes valduparenses demostraron que el vallenato puede sonar en cualquier rincón del planeta, porque su esencia no depende del idioma ni del clima, sino del corazón que lo interpreta.
“Esto nos enseña que sí se puede soñar desde cualquier barrio”, dijo Iván con una sonrisa.
Y sí, lo lograron: llevaron el alma de Valledupar hasta Turquía y dejaron claro que cuando la cultura se apoya, los sueños viajan lejos.