Colombia
Revive la visita del Papa Francisco a Cartagena en 2017: su llegada caribeña, el golpe en el papamóvil, su paso por San Francisco y San Pedro Claver, y la misa final.
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Creativo Digital
Cartagena vibraba con una energía especial aquel 10 de septiembre de 2017, y no solo por el calor habitual. La ciudad se preparaba para recibir al Papa Francisco. Era el último día de su visita a Colombia, esa que nos invitaba a 'Dar el primer paso'. Y Cartagena respondió con entusiasmo.
Tan pronto como descendió del avión, Francisco sintió el abrazo costeño. Música de cumbia sonando, jóvenes bailando con polleras coloridas, y niños emocionados entregándole flores y hasta un sombrero vueltiao. La gente coreaba "¡Esta es la juventud del Papa!" y agitaba pañuelos blancos.
Era pura alegría costeña. El Papa, feliz, confesó después que esa espontaneidad lo había conmovido.
Inmediatamente, el Papa se dirigió al barrio San Francisco, una zona humilde. Allí bendijo la primera piedra de 'Talitha Qum', una obra admirable que ayuda a niñas y jóvenes en riesgo. Un gesto de gran significado.
Y fue ahí mismo, saludando a la gente desde el papamóvil, que ¡de repente! el vehículo frenó bruscamente y el Papa se golpeó fuertemente contra el cristal. Sufrió un corte en la ceja y un hematoma en el pómulo. El momento generó preocupación.
Pero Francisco, con serenidad, siguió sonriendo. Después, con buen humor, comentó que le habían dado un golpe y que tenía el "ojo como compota". Así es el Papa: cercano y con buen humor.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando el Papa visitó, de manera casi inesperada, a Doña Lorenza Pérez. Una señora de 77 años, conocida por su risa contagiosa, que lleva años alimentando a numerosos niños necesitados en el patio de su casa en San Francisco. La emoción de Lorenza era evidente. El Papa le dio un beso y le dijo que era "única".
Probablemente fue allí donde le aplicaron hielo en la zona golpeada. Un gesto significativo del Papa hacia quienes sirven con humildad.
Al mediodía, la cita fue en el Santuario de San Pedro Claver, en plena ciudad amurallada. Un lugar cargado de historia, donde vivió ese santo jesuita que se dedicó en cuerpo y alma a los esclavos africanos, llamándose a sí mismo "esclavo de los negros para siempre". Un auténtico pionero de los derechos humanos.
Desde allí, Francisco rezó el Ángelus. Habló de la dignidad de los más humildes, recordando a Claver y pidiendo luchar por los "esclavos" de hoy: los migrantes, los pobres, los olvidados.
También mandó una oración especial por Venezuela. Luego, rezó en silencio ante las reliquias del santo, acompañado por gente de la comunidad afro.
La jornada terminó con una misa gigante en Contecar, el puerto. Cientos de miles de personas (las cifras varían, pero se habla de hasta 700.000) soportaron el fuerte sol cartagenero para escuchar al Papa por última vez.
Su mensaje final fue claro: ¡sigamos caminando juntos! Que la paz no es solo asunto de políticos, sino de todos, encontrándonos y respetando la dignidad de cada uno. "Colombia, tu hermano te necesita, ve a su encuentro llevando el abrazo de paz", dijo.
La despedida fue pura emoción, con música, cantos como 'Colombia Tierra Querida' y hasta bailes del Carnaval de Barranquilla en el aeropuerto.
¡Francisco se quedó en el corazón de Cartagena!
El Papa se fue, pero dejó en Cartagena una huella imborrable. Más que un evento, fue un despertar, una inyección de fe y esperanza.
Nos recordó la importancia de la dignidad, de la cercanía y de seguir dando pasos, juntos, hacia la paz. ¡Gracias, Papa, por esa visita tan significativa!