Colombia
Desde las tierras del Casanare, Emiliano Olmos, un niño de 13 años, llegó a Valledupar con un propósito claro: ser el Rey Vallenato Infantil. Hoy, ese sueño es una realidad que celebra con toda una región que se abre paso en el folclor colombiano.
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Por: Equipo de Redacción
Redacción Digital
En Maní, Casanare, la música siempre ha tenido un lugar especial en la vida de Emiliano Olmos. Aunque no proviene de una familia con renombre en el vallenato, creció escuchando el acordeón gracias a su padre.
Su pasión por el vallenato, poco común en un territorio más asociado con los cantos de vaquería y la música llanera, le valió el apodo de ‘El Llanero Vallenato’. Un título no oficial, pero que resume la identidad del joven.
El camino hacia el trono vallenato no fue sencillo. En la edición 2024 del Festival de la Leyenda Vallenata, Emiliano se quedó a un paso al ser coronado virrey. Lejos de desmotivarse, ese resultado fue el combustible para fortalecer su preparación, ensayando a diario bajo la guía de maestros como Romario Munive.
Su evolución quedó en evidencia en la versión 58° del Festival. Con un repertorio cuidadosamente elegido, que incluyó homenajes al maestro Omar Geles, piezas tradicionales y una puya de su autoría, Emiliano deslumbró al jurado y al público reunido en el Centro Recreacional La Pedregosa de Valledupar.
Detrás de su éxito hay una constante: la disciplina. Siete años de experiencia con el acordeón y una rutina de ensayo meticulosa que no cedía ni en vacaciones ni en fines de semana.
El logro de Emiliano no pasó desapercibido en su tierra. Desde la Gobernación de Casanare hasta la de Boyacá, donde actualmente reside y estudia, las felicitaciones no se hicieron esperar. Su historia se ha convertido en un motivo de orgullo para ambas regiones, que ven en él una representación de talento y perseverancia.
Además, su carrera empieza a despegar en escenarios nacionales importantes. Ya ha compartido tarima con figuras como Carlos Vives y Juanes, y tiene en agenda presentaciones junto a artistas como Maluma. Todo esto, sin dejar de lado su formación en la escuela de música Río Grande en Bogotá.
Más allá del título, Emiliano Olmos tiene claro su propósito: preservar el vallenato como patrimonio cultural. Su mensaje es sencillo pero contundente: el folclor no debe perderse, debe reinventarse en cada generación.
Desde Casanare hasta Valledupar, su historia es una prueba de que el vallenato no conoce de límites geográficos. Con su acordeón, Emiliano no solo conquistó un festival; también abrió un camino para que otros niños del llano sueñen con hacer parte de la historia de la música colombiana.